Nada más montevideano que caminar por la Rambla, hacia el Faro de Punta Carretas pasando por el Club de Golf para llegar al Parque Rodó, diseño original de los grandes paisajistas franceses del siglo XIX, y terminar en el Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV) al encuentro de su colección de Arte Uruguayo internacional.

10 minutos de auto para llegar a la Ciudad Vieja, hoy lugar de la City Financiera, con su Mercado del Puerto de arquitectura de hierro y claraboyas, ícono histórico de la ciudad, con sus múltiples mostradores, ruidoso, colorido y pleno de opciones gastronómicas locales. Inolvidable y auténtico.

Ya en la Ciudad Vieja, dos plazas pequeñas preservan la historia de la ciudad la bella y colonial Plaza Zabala y conectada por la peatonal Sarandí, la Plaza Matriz separando con encanto enjardinado la Catedral y el Cabildo, primera sede del gobierno de Montevideo. A pasos de allí, el elegantísimo teatro Solís con sus columnatas tuvo el honor de convocar a Caruso, Rubinstein, la Pavlova, Isadora Duncan, Nijinski, etc.

A tres pasos, la Plaza Independencia, sede del Gobierno y el capricho arquitectónico del Palacio Salvo, creado para albergar a Harrod´s que nunca se concretó y del que el gran Le Corbusier, mirándolo dijo: ¨este es el ángulo¨ y cuando le preguntaron si era para apreciarlo mejor, dijo ¨no, para apuntarle con un cañón¨. Aún así, un símbolo de Montevideo.

Hacia el este de COSTANERO la ondulante Rambla puede ir llevándole por el Puerto deportivo del Buceo y más allá hacia Punta Gorda y Carrasco, de origen balneario y hoy barrio enjardinado y elegante con múltiples opciones de comercios de moda y gastronomía donde vale la pena el ambiente chic y descontraído de Manzanar y el Café Misterio, el primero, a espaldas del Hotel Casino Sofitel Carrasco y el segundo un clásico montevideano.